domingo, 6 de julio de 2008

Ravenloft: Remains Pt.1 cap.VII

Una vez reunidos en la iglesia, bajo el alero del pastor Fritz y la mirada atenta de don Isaac, los muchachos intercambian experiencias, momentos y miradas; han sido días sin verse, días de mucha preocupación. Por fin están juntos, pero nada está resuelto; recién ahora sienten alguna calma y ánimos para iniciar las investigaciones: de Derrian, nada se sabe.

Durante la mañana siguiente, el pastor Fritz es llevado, para ser “consultado” por un grupo de soldados (del ejercito de Mengele). Por su parte, habiendo sabido de la existencia de una botica clausurada, perteneciente a un fallecido colega del cruel doctor nazi, Sayid, Rickard, Heinz y Vera, parten a su registro.

Hábilmente, los cazadores (S y R) reducen a los guardias, y los cuatro investigadores registran la casa/botica. Encuentran, entre unas cajas de veneno para ratas, una carta.

En la casa revisan la carta: esta habla certeramente sobre los experimentos con la “bacteria” que produce la licantropía en los niños, la cual es esparcida en la ciudad por las cañerías de agua potable (tal como contaba Heinz anteriormente)

El pastor Fritz regresa, y les recomienda albergarse en la hospedería “Ellenhaus”, perteneciente a un amigo suyo. Viajan por un pasadizo secreto que conecta ambos lugares (Iglesia-hospedería). El pastor se queda en la iglesia.

Una vez allí, Johann, el hospedero, los aloja en las altas habitaciones del tercer piso.

Sin embargo, el lugar, cuya fuente de agua es un riachuelo afluente del río subterraneo de la isla (y no el de las cañerías generales), tiene problemas: el lugar puede ser peligroso, y Johann no se ha atrevido a bajar. Ludwig, Sayid, Heinz y Camille se ofrecen al trabajo.

En las profundidades descubren que el lugar está conectado con un vertedero del hospital, muy probablemente. Encuentran la fuente del problema: el agua sube contaminada y turbia por la cantidad de cadáveres apilados en la fuente de agua desde la que suben las cañerías. Son cadáveres de niños, rubios, pequeños, como los niños de la Villa, niños muertos, tal vez, por los experimentos de Mengele. Al intentar reparar la cañería, se espantan al ver que los niños inertes cobran movimiento y los atacan, expeliendo un hedor nauseabundo y húmedo.

No es mayor la dificultad con la que solucionan el demoníaco percance; comparado con la real amenaza, claro. Daniel Gorefiend se les presenta e intenta amedrentar (no saben como ha llegado y como ha sucedido). El Lord de Ventoferoce los abruma con su poder omnipotente sobre los elementos de su dominio, y parece derrotarlos; hasta que la mismísima Krista, su supuesta hija, enemiga de Ludwig, se abalanza sobre Daniel, con una furia propia de un animal vengador que ha perseguido por días a su presa. Huyen, dejando en el camino al pastor Fritz, vestido con atuendos viejos de caballero cruzado, el cual provoca un derrumbe en el lugar, mientras Sayid y Heinz escapan por la tubería, con un paralizado Ludwig a cuestas, y una moribunda Camille en brazos.

Ya fuera, ven los cuerpos de Licántropos Muertos Vivientes, como salidos del pozo principal, chamuscados, rostizados; y el cuerpo de Johann tirado, como molido por una gran caída, y proporcional en la altura y distancia, una gran rotura en la pared del tercer piso, en el ala norte, donde ven como Glorianna y Dorotha los observan: Johann estaba coludido con el Lord, y les preparó una trampa, a la que lamentablemente, el amable padre Fritz los llevó sin saber las intenciones malignas de su traidor amigo.

Más tarde las dudas se acrecientan. Krista, su vieja enemiga, llega desde las profundidades de la cañería con el padre Fritz en brazos, pide ayuda para él, y para ella. Nadie sabe como actuar correctamente; Dorotha estalla en furia ante la idea de parlamentar con una cruel enemiga, ante la cual tuvo que medirse y luchar por su vida y la de Glorianna en el pasado. Los únicos con proyección e ideas (de cómo sacar provecho de la situación y de Krista), son Sayid y Rickard, quienes arreglan que ésta los ayude a derrotar a Daniel Gorefiend y a Mengele, para así liberarla de la enfermedad licantrópica que la afecta.

<Durante un momento en que nadie los observa, Rickard y Sayid llevan cabo una operación complicada para evitar que Camille muriese y se transformase en muerto vivo completo, en una pieza solitaria, le entregan la sangre de Ludwig, paralizado, inconsciente. Camille, instintivamente, se aferra del cuello del tempusiano, bebiendo su poderosa sangre: Rickard sabía de la extraña inmunidad de Ludwig, así que no veía riesgo en que este le “prestase” (no voluntariamente, claro), su sangre a la linda Camille. Sin embargo el éxtasis carnal, la fiesta de sangre y sudor, y el ansía vampírica de lujuria, que corre, sí “corre” por las venas de Camille, sobre todo en su estado inconsciente y excitado, lleva las cosas a mayores. “Los doctores” observan como la pareja “copula”, registran el proceso del rito, toman nota, intercambian puntos de vista, anotan la fecha, sacan algunas conclusiones. Y el hecho es sepultado en la memoria, para siempre, quedando tan solo en los registros científicos de tan peligroso y extraño dúo de científicos de lo paranormal.>





Pero no todo son malas o bizarras noticias. En la noche, tranquila y con un viento fuerte cargado de nieve y blancura que cubre a la ciudad, comienzan a sentirse los primeros llantos de una vida, que ha llegado para cambiar, de una u otra forma, las vidas de sus cercanos, sobre todo de sus padres, pero significativamente, de todo lo que está ocurriendo en esta Isla maldita por la ambición de divinidad de un hombre demoníaco.


FIN del Capítulo VII.



PD: La operación, con la cual pudo darse a luz con éxito al bebe de Glorianna y Ludwig, fue llevada a cabo por el Doctor, el Profesor Heinz Werner Schmidt, diplomado de la Academía de Medicina de Viena, y por la Doctora Dorotha Katharine Marie von Ostergeist, diplomada de Heiligenstadt. Presente en el evento estuvo el orgulloso padre de la criatura, don Ludwig van Büren.

La paciente, encinta de 8 meses y 3 semanas, dió a luz a una niña, sana, de contextura correcta y normal, con todas las características de un humano, con rasgos élficos partículares, herencia de la divergencia racial de ambos progenitores: humano el padre, élfica la madre. El parto se dio de forma natural, y fue vigilado y atentido por los doctores mencionados.

El restos de los amigos, se debatian entre la ternura, la curiosidad y el orgullo.

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